Se tiende a pensar la educación multicultural como una abstracción sólo posible en foros amplios y teóricos de discusión pedagógica, así como en discursos de grandes organizaciones internacionales, o de la presentación de un programa de políticos en turno. Pocas veces llegamos a entender cómo se ve esto al raz del suelo, en este caso, al ras del aula. Dicho esto, es complejo y desafiante, en el mejor de los sentidos, presentar formas concretas en las que la educación multicultural puede gestarse, desarrollarse.
Si damos una revisión al pasado, la educación multicultural tenía la intención de plantear un piso común de compartición de saberes e igualdad de acceso (posterior) para estudiantes de diferentes latitudes. Al ver más de cerca esta iniciativa, podemos percatarnos de algo importante sobre del pasado educativo: Por un lado, la implementación de la eduación era sumamente desigual, por otro lado, en los contados intentos por ampliar y diversificar el acceso a la misma, se consieraba el fracaso de los estudiantes/educandos un síntoma esencialista de “una cultura de origen menos refinada o inferior”. Ante esta preocupante situación, surgen diversas teorías y aproximaciones, en las cuales, ya en la actualidad, podemos nivelar y mirar de forma crítica la manera en que enseñamos y aprendemos, de una cultura a otra.
El caso del Edron es excelente para continuar la tradición de esta perspectiva de equidad en la educación multicultural, el elemento casi fundacional de implementación de este tipo de educación es sin lugar a dudas, el lenguaje. En tanto que en el Edron se imparte más del 80% de las asignaturas en idioma inglés, los estudiantes se ven siempre en contacto con la experiencia de pensar y hacer en otro idioma; pensar realidades desde otros mundos. Hay varios retos y dificultades al momento de hacer eso, sin embargo, también las hay profundas y muy onerosas ventajas: la capacidad de contrastar y comparar, las diferentes formas de matizar, la relevancia o carga semiótica de ciertas palabras sobre otras, etc.
En este sentido, es muy grato pensar que exista la asignatura de español como lengua extranjera. Nacida de una necesidad específica a la comunidad edronita, Español B tiene la capacidad de potenciar estas habilidades multifactoriales -y en última instancia, habilidades para desarrollar imperiosas necesidades sociales, como la empatía, la comunicación y el entendimiento de la otredad-, así como de encontrar a las diferentes historias de vida, lo que hace a cada estudiante diferente, a través de una lengua en común, la cual, en el contexto de la comunidad edronita, permite un acercamiento no sólo a conocer y entender México, sino una de las regiones más grandes del mundo, que es latinoamerica. Porque la enseñanza de una lengua no es simplemente la adquisición de una nueva estructura mental, lo es de una nueva estructura social y, en tanto social, ya más que multicultural, se vuelve pluricultural.
Juliana María Natalia Serrano Silva
Maestra de Español
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